Esta antigua y larga tradición constructiva que nace y se integra en nuestro paisaje fue abandonada en las últimas décadas del s.XX. Muchas y valiosas construcciones se arruinaron – y otras en este momento se siguen arruinando- o fueron demolidas a partir, sobre todo, de los años setenta, y se sustituyeron por edificios con nuevos materiales siguiendo la estética de las ciudades. En otros casos se transformó la fachada adaptándola a las modas urbanas.
Este proceso continua y habría que evitar, siempre que sea posible, este goteo de desapariciones de edificios fácilmente recuperables. Afortunadamente, en esta última década, se invierte la tendencia y se rehabilitan casas o se adecentan para evitar su deterioro. Puede ser que se dé el justo valor que merecen estas construcciones y dejen de considerarse como síntoma de pobreza, como algo sucio y feo, o inútil, que es mejor derribar.
Se puede asegurar que hay soluciones para rehabilitar una casa tradicional adaptándola a nuevos usos; son útiles, hermosas, sanas y ecológicas y además una excelente imagen de la riqueza cultural y el nivel de desarrollo de nuestros pueblos.
Este proceso continua y habría que evitar, siempre que sea posible, este goteo de desapariciones de edificios fácilmente recuperables. Afortunadamente, en esta última década, se invierte la tendencia y se rehabilitan casas o se adecentan para evitar su deterioro. Puede ser que se dé el justo valor que merecen estas construcciones y dejen de considerarse como síntoma de pobreza, como algo sucio y feo, o inútil, que es mejor derribar.
Se puede asegurar que hay soluciones para rehabilitar una casa tradicional adaptándola a nuevos usos; son útiles, hermosas, sanas y ecológicas y además una excelente imagen de la riqueza cultural y el nivel de desarrollo de nuestros pueblos.