Cada año, durante el verano, cada cual vuelve a su pueblo para ver que es lo que se ha hundido y que es lo que aún se mantiene en pie. No hay término medio en nuestros pueblos, o se llenan de barrios residenciales o se quedan abandonados. Una solución intermedia puede ser cuando se vive rodeados de chalés, adosados y nuevas construcciones y con los edificios del centro del pueblo en ruinas; esto pasa en pueblos vecinos de La Ribera.
En las fotos que aquí se presentan vemos bodegas y lagares en ruinas, unas de hundimiento reciente, otras en continuo hundimiento, y alguna abandonada hasta que se convierta-como otras-en un montón de escombros. La multipropiedad y el desinterés de alguna de las partes, o simplemente la desídia, la falta de uso, y -¡ cómo no !- la estelar colaboración de la carretera, su asfaltado y sus transportes de camiones de gran tonelaje, son unos buenos aliados para conseguir la ruina total.
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