Lo nunca visto: una barca en la charca. La fotografía es de Bartolomé Martín que inaugura su propio apartado en este blog con esta preciosa imagen. En la barca está Pedro Luís que ha dedicado la mañana a dejar nuestro Navajo como nos gusta en Campillo: limpio, y para disfrute de todos.
Fotografía Bartolomé Martín
Como cada año con las fiestas llega la celebración, los encuentros con los amigos, la diversión...pero también la conducta incívica -a altas horas de la madrugada- y los botellones. Todo ello acompañado de vomitonas, gamberros, y ruido insoportable, y también de un contenedor de basura: aparte de esto hay otra parte de basura que acabará -como es costumbre desde hace años- en el Navajo. Allí cada año se juntan pandillas que vienen también de los pueblos cercanos, y parece ser que la única diversión es emborracharse y tirar botellas y vasos al agua...y últimamente -según me acaban de decir- bañarse allí "en pelotas". Parece ser que la degradación de los botellones que acompañan a los conciertos de la Plaza no tienen límite.
Esa es una desgracia que tenemos cada año, el macrobotellón de las fiestas, y la parte menos divertida...que nos deja basura en muchos rincones (donde el eficiente servicio de limpieza no llega) como por ejemplo, en la charca.
Esperemos que pronto se dejen de vender, o se prohíba, el uso de platos, vasos y cubiertos desechables*, y así desaparezca de paso el botellón. El plástico desechable como vemos es un residuo peligroso en la naturaleza y ensucia nuestros ríos y mares...también nuestra charca. Y por supuesto afecta a su fauna: aquí incluimos también el cetáceo de aguas dulces que nos acompaña desde hace décadas. Es nuestro particular Nessie.
La barca con Pedro Luís y Bartolomé...y la pesca menos deseada.
* Una forma de evitar mucha basura en las fiestas (platos, cubiertos, vasos desechables) sería cobrar el vaso de plástico (como se hace en los festivales) y en las meriendas retomar la costumbre de tener vajilla en la bodega. Y en las comidas comunales llevarse un plato, un vaso, tenedor y cuchillo de casa: no cuesta nada. Eso evitaría una montaña de basura que no se puede reciclar, un gasto absurdo y residuos que van a parar a cualquier sitio...y que: de una u otra forma, acabará en la naturaleza...y finalmente en nuestros estómagos.
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