La autovía se abre paso, arrasa colinas, mueve montes, arranca cepas y árboles. Quizás se debería tener un cuidado especial en destrozar lo menos posible, pero parece ser que esta economía ni permite sensibilidades ni sensiblerías. Ojalá estos pequeños sacrificios sirvan de algo y el progreso no pase - como un animal torpe y ciego - delante de nuestras narices, aún más rápido.
Como recuerdo quedan estas fotografías de una agradable tarde entre amigos, majuelos y colinas por un lugar que ya no será el mismo...al igual que nosotros.
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