Ya nadie en el campo necesita de estos refugios en unos tiempos de todoterrenos y tractores climatizados. Está construido este chozo con esmero y con los materiales que se encontraban más próximos; en este caso la piedra caliza y la madera de los enebros que, seguramente, ocupaba una gran extensión en la paramera, y de la que aún quedan hermosos y antiguos ejemplares como testigos mudos del bosque desaparecido.
Su interior tiene la medida justa:150 de profundidad y 170 cm de anchura. La cubierta de enebro se recubrió de espinos y tierra, para hacer una masa compacta sobre la que crecería la hierba, proporcionando protección y aislamiento. Su planta es cercana al cuadrado con unas cuidadas esquinas.
Tan sólo necesitaría algo de mantenimiento y su uso quedaba asegurado por muchos, muchos, años.
Lamentablemente no hay ningún aprecio por estas modestas construcciones que se abandonan o se destruyen. Nacieron del paisaje, se funden con la ladera, y en ella desaparecen.
Tan sólo necesitaría algo de mantenimiento y su uso quedaba asegurado por muchos, muchos, años.
Lamentablemente no hay ningún aprecio por estas modestas construcciones que se abandonan o se destruyen. Nacieron del paisaje, se funden con la ladera, y en ella desaparecen.
Para todo aquel que conoció los restos de nuestra cultura campesina*, en muchos aspectos, la memoria -colectiva- viva después de siglos, es lamentable que tantas cosas valiosas hayan desaparecido sacrificadas en el altar de la modernidad, en aquella lejana segunda mitad del siglo XX. Sólo quedan restos,curiosidades, tipismo folclórico, máscaras que olvidaron su origen.
Cada cual podría -hablando de casetas y chozos- consevar lo que aún queda. Aunque sólo sea para dejar el agua o el vino a cubierto de este sol de justicia, seguramente encontará un sabor y un frescor distinto, como de otro tiempo.
* A propósito: Sostenibilidad y cultura campesina....David Saurí y Martí Boad. Boletín de la A.G.E. N.º 41 - 2006. PDF.
* A propósito: Sostenibilidad y cultura campesina....David Saurí y Martí Boad. Boletín de la A.G.E. N.º 41 - 2006. PDF.
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